Embriagada de tiempo y por África,
embotellada a un granito de arena
en el núcleo del camino al sol.
Dormido infinitamente
en la hebra,
en la trigueña,
en la ciguapa,
el marrón asfixiao’de ti anda
—consintiendo la cadera de un peine barato
risas que se tragan los rizos.
Desnudando miradas caminas
en rolo de proporcionados con
pinchos tímidos sin dueño
de camino al colmado y a la sombra.
Podrás agachar la loma de donde viene la palma,
pero jamás desmembrar la raíz del trópico a donde nacen estas
damas.
—F.P.